domingo, 26 de abril de 2009

Antes de la inmortalidad (última parte)

Antes de dirigirme a ese distinguido caballero que me miraba, hice lo que me decía en su última nota. Me despedí de Elisabeth y de John cuando se marchaban y les agradecí todo lo que habían hecho por mí. Me abrazaron y después se marcharon. Después de esto me dirigí hacia el sillón donde estaba mi padre, como de costumbre.

-Hola hija. ¿Qué tal te ha parecido la fiesta? ¿Te has divertido?

-Si padre. Yo solo quería agradecerle todo lo que han hecho por mí desde que era una niña. Ustedes dos siempre me han ayudado y no lo he valorado hasta este momento. Gracias padre por haber sido tan bueno con migo.

No sabía porque le había dicho aquello, pero sentí que no tendría otro momento para decírselo. Antes de que pudiera decirme nada me abalancé sobre él y lo abracé.

-Te quiero, papá. Te quiero más que a nada y siempre te querré. – Le dije en un susurro casi inaudible. Noté como se derramaban las lágrimas contenidas en mis ojos.

Las lagrimas manaban de mis ojos y me di cuenta que cada vez le abrazaba con más fuerza como si fuera el último abrazo que le iba a dar pero eso era absurdo. Yo iba a permanecer con él hasta que llegara el final de su vida, de eso estaba segura que sería dentro de muchos años aun. De pronto, me di cuenta de que me devolvía el abrazo por primera vez.

-Yo también te quiero. Eres lo más importante que tengo. No sé qué haría si no te volviera a ver nunca. – Me dijo al oído con un tono cariñoso. Estaba segura de que él pensaba que me estaba despidiendo de él para siempre pero eso no podía suceder.

Después me despedí de mi madre. Aunque el momento no fue tan emotivo como con mi padre, sabía que mi madre me quería pero también sabía que a ella le hubiera gustado tener un heredero en vez de una heredera.

Todavía no se habían marchado todos los asistentes entre ellos descubrí a el misterioso caballero. Terminé de despedir a todos los invitados y me di cuenta de que él había desaparecido. Estaba confusa estos días habían sido los más extraños de toda mi vida y empecé a creer que tenía alucinaciones. Me dirigí a mis aposentos y al día siguiente le pediría a mis padres que llamaran al doctor porque no me encontraba bien. En cuanto abrí la puerta le vi sentado al lado de mi tocador. Cerré la puerta de inmediato y no paré de repetirme “No es posible, estoy alucinando de nuevo, él no puede estar aquí…”. Estaba anonadada no podía dejar de mirar a aquella alucinación.

-Hola Katherine – me estaba hablando y yo estaba asustada, tener alucinaciones era una cosa pero en cima escuchar voces, estaba claro que me estaba volviendo loca. – Tranquila, no estás loca y no soy ningún fruto de tu mente.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres? – En ese momento estaba hablando sola o con mi mente según se viera lo que tenía seguro es que necesitaba un sicólogo.

-Mi nombre es Adam Myracle – su voz no podía ser producto de mi imaginación. Yo no tenía la imaginación suficiente para crear esa voz tan exótica y con un acento que no era común allí. Su voz tenía el mismo efecto en mí que su sonrisa y su mirada. Podría pasarme las horas muertas solo mirándole y escuchándole pero me fascinaba tener una conversación con aquel ser de asombrosa belleza. –Y respecto a tu segunda pregunta… – dijo sacándome de mis pensamientos con voz musical. Paró un instante y luego prosiguió. – Te quiero a ti, Katherine, únicamente a ti.

Me quede anonadada. Su respuesta me fue inesperada. Había venido por mí, ese magnífico ser me quería a mí, en ese momento me pareció una broma y se me escapó una pequeña carcajada pero él estaba serio, se veía que no era una broma y eso me asombro más aun. Corregí en ese momento la sonrisa que había tenido entonces, en ese momento fue él quien se rió, no lo podía comprender. ¿Intentó volverme más loca o algo por el estilo? Si ese era su objetivo lo estaba consiguiendo a las mil maravillas.

-Que tonta eres, mi amor. Te valoras demasiado poco y a mi demasiado. – Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras se situaba detrás de mí y me abrazaba. No me di cuenta hasta ese momento de que estaba temblando.

A pesar de estar delgado era fuerte y bastante. Me sentí protegida como si nada malo me pudiera pasar en ese momento. Su piel era como el hielo pero no me molestó en ningún momento.

-¿Te sientes mejor?

-Sí, gracias. Pero no entiendo por qué me quieres a mí. –Intenté aparentar indiferencia pero me pareció no conseguirlo.

-Por tu forma de ver las cosas y querer conocer el mundo. No eres como las demás. Las otra jóvenes, hoy en día solo sueñan con casarse con un hombre rico, todas menos tú. Solo sueñas con aprender las maravillas del mundo. Eres especial Katherine.

Me quedé aun más anonadada que antes. Conocía cosas sobre mí que solo le había contado a dos personas, y sabía que aquellas personas jamás le habían dicho nada. Dudo que supieras quien era.

-¿Cómo sabes tanto sobre mí? –Le pregusté mirando a sus claros ojos, ya que no pude resistirme y decirlo.

-Entiendo que tengas muchas preguntas pero este no es el mejor lugar para que hablemos. Ven te llevaré a un lugar donde podremos hablar tranquilamente. –Me dijo mientras me tendía la mano.

Miré su mano y después levanté la mirada hacia su cara. Quería que me fuera de mi hogar, quería sacarme de allí y entonces estaba segura de que no volvería a ver esa casa donde me crié y crecí ni a todos los que habitaban en ella. Observé la habitación el papel de flores rosa pálido, mi cama al fondo de la habitación de la que colgaban unas cortinas de color beige traslucido. Alrededor había una mesita con una lámpara y el libro que estaba leyendo y a la derecha de esta, entre el tocador de caoba donde había estado sentado Adam y la cama se encontraba una gran chimenea de piedra con unas velas y mi diario encima de esta. Mi diario, que llevaba escribiendo desde los cinco años ¿habría sacado Adam de él y todos los demás que había escrito que estaban guardados en un cajón del escritorio toda la información sobre mí?

-¿Por qué tendría que ir contigo? No te conozco y no sé nada de ti. – Dije de pronto volviendo la mirada hacia él, intenté aparentar que no me importaba nada de él y no quería saber nada de su pasado o de su vida, aunque esa no era la realidad en ese momento lo supe. Quería agarrar su pálida y fría mano y seguirle hasta el fin del mundo pero no podía dejar todo atrás. No podía darle la razón a mi padre y que aquel momento tan lejano si hiciera realidad. De pronto noté su suave y calado aliento en mí oreja y en un susurro me dijo

-Ambos sabemos que estas cansada de este lugar y de esta vida. Yo puedo enseñarte todo lo que siempre has querido, lo que siempre has deseado, lo que has contemplado en tus libros y nunca has podido ver porque te tienen como a un pájaro en su jaula de oro. Para conseguir abrir esa jaula solo tienes que dejarme ayudarte y te daré lo que siempre has deseado.

No pude resistirme más a su propuesta era demasiado atractiva para mí, le cogí de la mano y note como toda mi fuerza de voluntad abandonaba mi cuerpo y me dejaba a la merced de todas las tentaciones que Adam me podía plantear.

Eché una última mirada a mi habitación, que había sido mi refugio durante tantos años y cogí mi diario de color violeta, no me podía ir sin él. De pronto, recuerdo estar en el aire aferrada a él. Era como si estuviéramos volando pero lo único que había hecho era saltar desde el balcón de mi habitación al gran árbol al fondo del jardín. Eso explicaba cómo había dejado el paquete con el vestido que llevaba puesto allí.

Tardamos aproximadamente diez minutos en llegar a un gran castillo que parecía ser del siglo XV estábamos en medio del bosque posiblemente nadie sabía dónde se encontraba este lugar. Cuando entramos me condujo a una amplia habitación. Las paredes estaban quemadas seguramente hubo un incendio en aquel lugar aunque los muebles parecían haber sido cambiados ya que no estaban quemados. Había una gran cama, un ropero de caoba y un viejo tocador donde reposaban unos objetos que no se habían tocado en siglos. La chimenea estaba en la pared donde se apreciaba que las paredes estaban más quemadas.

Con tanto polvo me puse a estornudar y él me ofreció un pañuelo de color blanco.

-¿Confías en mí? –me preguntó mientras me tendía el pañuelo.

-He venido a este lugar apartado del mundo contigo, creo que la respuesta es obvia. Claro que confió en ti.

Sabía que a su lado no me pasaría nada, estaba segura y la verdad es que lo estuve siempre. Se inclino suavemente sobre mí, tendiéndome hacia atrás sosteniéndome con una mano la espalda mientras que con la otra me apartaba el pelo largo pelo del cuello. Se acercó lentamente y me dio un beso en el cuello, yo mantenía los ojos cerrados.

-¿Estas preparada? –Dijo en una voz débil.

-¿Para qué? –Le pregunté mientras abría suavemente los ojos.

-Para vivir eternamente junto a mí. – Volvió a decir en un susurro.

Y mientras decía esto volvía a acercase a mi cuello. Cuando sus labios rozaron mi cuello de nuevo le respondí.

-Sí.

En ese momento sus labios se abrían para dar paso a los dientes. Sentí como se clavaban en mi cuello y succionaban la sangre que manaba de mi cuello. Con los ojos cerrados respiraba tranquilamente, no sentía miedo y para no caerme una de mis manos estaba apoyada en su cabeza. Noté como mi ida se escapaba con cada gota de sangre que perdía.

Estaba débil y pronto necesite apoyar la mano libre en su espalda para sentirme más segura. Notaba que las piernas no soportaban mi peso. Me sostuvo entre sus brazos y me tumbo en la polvorienta cama. Cuando estaba a punto de morir sus boca se alejo de mi sangriento cuello y se posaban en los míos medios abierto que necesitaba para respirar. Me empezó a devolver toda la sangre perdida mezclada con la suya propia. Sentía que las fuerzas volvían a mí y no solo mis viejas fuerzas humanas sino unas completamente nuevas. Me sentía más fuerte y también más ligera y más ágil de lo que había sido en mis veinte años de vida humana. Supe que mi cuerpo humano había muerto y que en su lugar había un cuerpo inmortal y con unas habilidades el doble de fuertes que antes.

Su sangre me dio fuerza, resistencia, agilidad entre muchas otras nuevas cualidades. No solo me transmitió vitalidad si no nuevos sentidos. Pude percibir la voz de gente que estaba a kilometro de distancia. Vi el mundo con mis nuevos ojos, podía percibir las cosas con una vista más compleja de la que no escapaba ni la más mínima mota de polvo. Pero la sensación que más me sobresaltó, fue el olor de una sustancia dulce, me fascino su olor. La sangre tenía un olor atractivo, poderoso y su sabor era aun más delicioso que su olor.

Adam se separo de mí y me ayudó a incorporarme.

-¿Cómo te sientes?

Dirigí una mirada hacia él, con una sonrisa sobre mis labios bañados en sangre y mostrando mis nuevos dientes duros como el hierro y blancos como la nieve respondí.

-Más viva que nunca, mi amor.

4 comentarios:

  1. =Dme en-can-taaaaaa!! es el mejor de todo aiii me muero de la intriga pufff impresionante sin palabras sos la mejor besotes!!

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  2. muxas asias!! trankila k ya estoy escribiendo el 2 capitulo bss!!

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  3. me enccanta es precioso me muero de ganas por leer lo siguiente chica, eres unica escribiendo bsts
    PD:tienes tuenti??? si es asi el mio es :
    vampirita cullen ruiz
    y mi msn : edbella_yo@hotmail.com

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  4. olaa!! ya te e agregadoo al tuenti y al msn y asias x el cumplido pr ai cosas mejores k esta te lo digo yo k me paso el dia leyendo y lo escribo xk me aburro muxoo la verdad... me alegro de que te uste xk segun las encuestas ai a dos personas k no les gusta en fin ai gustos para todoo. BSS

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