lunes, 29 de junio de 2009

El Visitante (2º parte)

No sé como sucedió. De pronto me encontré en la cama tumbada. Miré a mi alrededor y vi que Adam estaba sentado a los pies de la cama con una expresión de preocupación. Tenía el ceño fruncido con los bracos enlazados y con la mirada fija en mí. Me encontraba desconcertada. No supe que me había ocurrido hasta que Adam se acercó, pero solo un poco y me dijo que me había desmayado después de gritar. Cada vez me encontraba más confusa, ya que no recordaba haber gritado y mucho menos el por qué. De improviso me llego un único recuerdo, un recuerdo borroso como si estuviera tapado por la niebla pero entendí lo ocurrido, o eso me pareció. Recordé la silueta que me acechaba desde las sombras al otro lado de la gran habitación y a continuación…nada, solo silencio.

-Había, había alguien. Me estaba observando y…después…no lo recuerdo. –me senté en la silla del escritorio y apoyé la cara en las manos dejando caer mi peso hacia los codos que reposaban sobre la mesa mientras el pelo me tapaba el rostro.

Estaba desconcertado. Me di cuenta de que él no había notado la presencia de nadie y eso me hizo pensar que podría haber sido alguna alucinación mía. Intenté leer su expresión pero se volvió rápidamente y se puso bastante tenso, empezó a asustarme. No podía comprender que era tan malo.

-¿Quién era él? ¿Cómo era? – su voz estaba vacía como si no fuera él quien me preguntara. Había dicho “él” eso quiso decir que sabía quién podía ser aquella persona, si es que era una persona. Estaba cansada, así que no hice preguntas ya habría tiempo para eso. Seguía dándome la espalda y no me atreví a acercarme a él. Únicamente dijo que no me preocupara por ello y que si lo volvía a ver le llamara inmediatamente.

Salió de la habitación tras esto y desde el centro de la habitación mire a mí alrededor buscando algo que me ayudara a averiguar que quería mi extraño visitante, quizás podría haberse llevado algo pero todo se encontraba en su respectivo lugar, nada fuera de su sitio. Decidí que tenía que descansar por mi propio bien, solo quería olvidarme de lo ocurrido aunque fuera por unas horas. Después de un último vistazo dirigí mi mirada a la cama y con un último suspiro y una sonrisa naciendo en mi boca me metí entre las suaves sábanas de seda y concilié el sueño rápidamente.

Cuando desperté salí a pasear por el bosque, solo deseaba estar sola y pensar en lo ocurrido la noche anterior. El aire era puro, sentir el viento pasar entre mi pelo mientras a la misma vez que corría entre los árboles era como si estuviera volando sin rumbo fijo solo por placer. Encontré una pequeña laguna, el agua cristalina era un espejo en el que se reflejaba el bosque y las montañas que se encontraban a lo lejos. Me arrodillé junto a la orilla y vi mi reflejo en el agua. Vi mi rostro pálido y mis ojos, aquellos ojos que antes era inocentes y en ese momento y ahora también esconden al monstruo en el que me quise convertir y ¿para qué? Para que al que amas se acerque a ti lo más mínimo y, a parte, ver a alguien que te acecha.

Levanté la mirada y entre los árboles vi una sombra que se alejaba en el frondoso bosque que tenía ante mí. Me puse de pie inmediatamente y empecé a correr en su persecución. Le grité que se detuviera, que solo quería hablar con él pero como si no me escuchara seguía corriendo y cada vez estaba más lejos. Me empezaba a marear y el cansancio hacía que no pudiera dar ni un paso más pero aquello que me ocurrió no era normal. Mi nuevo cuerpo no podía hacerme sentir esa sensación tan humana. Ya cuando había corrido sola con la única compañía del viento había corrido sin detenerme un solo instante varios kilómetros, esa es la razón por la que no entendí esa reacción. De pronto se detuvo y se volvió en mi dirección, a causa del mareo no conseguí verle con claridad solo vi sus ojos negros. Caí al suelo aquel ser de ojos negros se agachó y se situó a mi lado susurrándome al oído unas palabras que no conseguí entender. Al mismo tiempo mis ojos, si es que seguían abiertos, se cerraron.

Nunca entendí por qué cada vez que le veía sentía que el mundo se cerraba dejándome fuera del mismo. ¿Qué era lo que tenía aquel extraño ser, que cada vez que me encontraba cerca de él sentía que el mundo se hundía? Esa fue la pregunta que me estuve haciendo sin obtener respuesta alguna pero en ese momento supe que debía encontrarlo y cuando lo hiciera me debería responder a muchas preguntas.

Pasaron dos semanas y seguí viendo a mi extravagante visitante de ojos negros. Al principio iba en su busca pero unos días después solo le miraba de lejos hasta que decidía marcharse. Le vi en mi habitación, en el gran salón cuando estaba leyendo, en el claro del bosque donde acostumbraba a encontrarme…Una vez, se acercó un poco a mí pero en cuanto apareció Adam desapareció.

Adam esas últimas semanas no había estado tan distante, es mas habíamos ido a Londres y desde las ventanas habíamos contemplado mi viejo hogar. Todo seguía como siempre, incluso en mi habitación aunque había un cambio el sillón de mi padre ahora estaba enfrente del hogar de mi habitación y mi padre con él. Encontré a la misma tristeza encerrada en aquella casa donde había aprendido a ser feliz. También vi a John y a Elisabeth que estaban con mi padre. Seguro que John le había hecho el interrogatorio a mi padre preguntándole todo sobre Adam, se me escapó una leve risa al imaginarlo tuve que subir al tejado para que no me vieran porque se asomaron a la ventana supongo que creerían haber escuchado mi risa y que yo me encontraba allí, tampoco se equivocaban pero no podía ser vista.

Después de la vista a mi antigua casa fuimos de caza. Por las calles más pobres de Londres encontramos a dos hombres que volvían a sus hogares después de haberse emborrachado. Fue fascinante lo fácil que me resulto atraer a aquellos hombres. Lo único que hice fue llamarles y respondieron de inmediato aunque se resistieron un poco a causa del miedo, así pues con un susurro les dije que no tenían nada que temer y se acercaron. Que delicioso fue sentir la sangre fresca bajar por mi garganta, sentir que el corazón se les iba parando poco a poco hasta ya fue inaudible, hasta que extraje de sus frágiles cuerpos la última gota de sangre. Cada vez que tomé sangre no era yo, era totalmente distinta. Me encantó cuando tomé a uno de los hombres en mis manos le susurre al oído que no se asustara y se relajara y lentamente mi boca fue bajando hacia su cuello buscando la vena y sentir como los colmillos crecían y penetraban es su piel dándome ese exquisito manjar que es la sangre.

De vuelta al viejo castillo, Adam y yo al llegar nos dirigimos a mi sala favorita: la biblioteca. No podía creerme la cantidad de volúmenes que había en aquella biblioteca. Muchos de los libros estaban estropeados por el tiempo que llevaban sin ser cuidados y el polvo era más numeroso que los volúmenes. Yo fui a sentarme al sofá que estaba al lado de una ventana y cerca del hogar donde el fuego bailaba alegre. Me quedé mirando por la ventana en silencio. Creo que ese era uno de los pocos lugares donde encontraba la tranquilidad que me sumergía en mis pensamientos escritos.


7 de septiembre de 1829
Querido diario:
Siento como el mundo se derrumba a mí alrededor. Ni siquiera sé que me ocurre, me encuentro mal. Me gustaría cerrar los ojos y al abrirlos que todos los problemas hubieran desaparecido y no solo los problemas, sino todo lo malo de este mundo, como si soy yo, no importa. Solo quiero dejar de sufrir. Que todo este dolor se esfume y solo quede felicidad. Pero el mundo no es un camino de rosas donde todo es perfecto sino un bosque de espinas del que resulta imposible escapar, incluso para los inmortales. Donde existen ángeles y demonios. Mi caso sé que es el del demonio porque soy un ser condenado pero qué más da, la inmortalidad a pesar de sus numerosos cambios no me hace perfecta y nunca lo seré.

Después de escribir esto dejé el viejo diario en una pequeña mesa de madera. Eché el cuerpo hacia atrás apoyando la espalda en el respaldo y cerré los ojos mientras cruzaba las manos sobre el vientre. La ventana estaba abierta y el aire que entraba atreves de ella hacía que mi larga melena me tapara el rostro pero qué importaba. Me encantaba aquel lugar, no sentía el frio de la noche no el vello se ponía de punta como tiempo atrás, era extraño pero me fascinaba y sentí felicidad escuchando a lo lejos el ulular de los búhos.

-A mí siempre me ha encantado este lugar, es como si fuera mágico, un lugar donde no pueden entrar las cosas malas ¿verdad? – me sobresaltó aquella voz y en cuanto aparté de mi rostro el pelo y abrí los ojos le vi. Tenía los ojos negros como una noche sin luna ni estrellas al igual que su pelo que era largo, liso y parecía ser bastante sedoso. Su rostro resaltaba por su extremada palidez. Tenía unas facciones feroces pero a la vez dulces y hermosas me resultaron tan hermosas como las de Adam cuando le vi por primera vez. – pero claro, tu y yo estamos aquí, así que eso puede significar dos cosas: si este lugar efectivamente no deja entrar al mal no debemos ser tan malos o realmente estar condenados por nuestra condición de inmortales, pero por otra parte puede que las cosas malvadas si puedan entrar en esta sala que consideramos un refugio y sinceramente eso me decepcionaría bastante, al igual que a ti. – su voz era firme y no mostraba en ningún momento debilidad. Podía escuchar los latido de su muerto corazón, cada movimiento que hacia me pareció fascinante se movía con una agilidad y destreza que parecía pasos de una danza eterna. Iba vestido con una gabardina que le cubría todo el cuerpo pero aparte de eso no conseguí ver mucho más de él, aunque seguía la misma pregunta en mi cabeza ¿Quién era aquel ser tan extravagante? – Mi nombre no importa y deja de preguntarte como sé tus pensamientos, simplemente lo sé y no tiene ningún otro misterio. – Eso ya fue demasiado para mí no sabía cómo podía leer mis pensamientos.

Intenté llamar a Adam pero no me fue posible. Había algo que me lo impedía, algo que no me dejaba llamarle para que estuviera a mi lado. Parecía que me había vuelto muda de pronto, aunque al final hubo un momento en el que no pude aguantar más aquella agonía y exploté:

-¡¿Quién te crees que eres para espiarme, perseguirme y luego desaparecer para venir ahora aquí y no darme la oportunidad de pronunciar palabra?! – Me quité un gran peso de encima mientras decía esto pero nunca hablé con un tono de voz más alto del necesario. - ¡Responderme!

-Me gusta. Tienes valor y sabes lo que quieres. Sabes, antes dudaba que fueras mi Reina pero ahora tengo claro de vos sois mi Reina. – Estaba despaldas con una mano en la espalda y la otra tocando los libros de las viejas estanterias lo dijo con el mismo tono de suficiencia pero siempre de forma cordial. Fuera de la habitación reinaba el silencio lo único que se escuchaba eran los pasos de Adam acercándose, cosa que hizo que me tranquilizara un poco. Había una cosa que no pude comprender en ese momento me había llamado “Reina”. No podía entender lo que estaba sucediendo en aquel instante y mucho menos que quería de mí aquel ser. Noté que me había perdido algo, eso estaba tan claro como el agua que empieza a descender por la ladera de una montaña. De pronto Adam se encontraba a mi lado y me aferraba a él mientras que no apartaba la vista de nuestro visitante.

-Katherine, mi amor ¿te encuentras bien? ¿Te ha hecho algo? – preguntó ahora mirándome a los ojos pero con la mirada perdida. Yo le dije que me encontraba bien y que no me había hecho nada pero seguí mirando a la tercera figura en la sala con una mirada casi de desprecio. Se le había escapado una sonrisa burlona mientras miraba a Adam y después dirigía la mirada a mí. Este en cambio se mostraba bastantes serio y parecían que ambos mantenían un duelo con la mirada.

-No se lo has dicho ¿me equivoco? – Adam no contestó, se quedo mirándolo fijamente e inmóvil. – Por supuesto que no se lo has dicho y encima tienes la cara de llamarla “amor”. – Dijo con aire de desprecio y cabeza hacia atrás soltando una carcajada seca mientras que daba vueltas a nuestro alrededor como si nos acechara un depredador. – Y si no es mucha molestia, se puede saber a qué esperas. Es su vida, ella debe elegir, aunque no tenga elección ¿no crees? Tenemos que llevarla. Sé que no quieres hacerlo pero – paró un instante y cada vez me encontraba más confusa – tiene que ser así o ya sabes el final.

-Lo sabrá cuando sea el momento adecuado. – La voz de Adam sonó dura y seca. – Lo que no entiendo es por qué tienes tú tanto interés en ella. Es algo que no acabo de comprender.

-¿Por qué no mostrar interés en mi Reina, en mi Diosa? No es que solo tuya. Te la has acaparado teniéndola aquí, en la otra punta del mundo alejándola de su hogar.

De que hablaban y por qué me alejaban de esa conversación en donde yo era el tema principal no me hizo ninguna gracia. Nunca me había gustado que hablaran de mí y conmigo delante como si no estuviera presente, eso mucho menos. Adam me llevó al sofá y me sentó junto a él. Cada vez me encontraba mas confundida. No es ni será tu Reina le había contestado Adam y también le llamo por su nombre, Tyler. Adam radiaba tal tensión que casi si podía tocar. Estaba harta, así que me levanté y avancé unos pasos antes de que pudiera detenerme. Le miré y después a Tyler, finalmente les dije:

-No sé qué ocurre aquí y tampoco veo que alguien tenga intención de contármelo. Cuando queráis decírmelo buscarme, seguro que me encontráis rápido, es vuestra especialidad ¿no? – Me dirigí hacia la puerta de la biblioteca con mi diario y la pluma. Cerré de un portazo y dejando atrás la sala corrí hacia mi habitación con las lágrimas en los ojos, lagrimas de sangre. Cerré la puerta tras de mí y apoyé la cabeza en esta mientras me deslizaba hacia el suelo. Estuve tumbada allí largo rato, llorando. Pensé en Adam y en Tyler y les odie. Sentó odio, repulsión hacia ellos y hacia mi misma por haber creído en lo dicho dejándome engañar por las buenas palabras. Me había alejado de mi familia y amigos por aquello que luego había resultado ser una falsa, ya que la única persona en la que creí poder confiar me había traicionado y ocultado cosas.

Sin previo aviso Adam me cogió y me besó. Fue un beso cálido y lleno de afecto y amor pero aparté la cara rápidamente el fijando la mirada en el suelo mientras le pedía que me soltara. Después de un suspiro lo hizo y de inmediato le di la espalda y empecé a recoger todas mis pertenencias. Me pregunto qué hacía pero no le respondí seguía demasiado enfadada para hablarle. Cuando ya tenía todo recogido me volví hacia él y vi que ya no estaba solo pues Tyler le hacía compañía, entonces les dije a ambos que me iba. Quería vivir y sabía que con ellos no podrá hacerlo porque su intención era manejarme como ellos quisieran o eso pensé.
-Katherine, por favor no te vayas. Te lo explicaremos todo pero no te marches. – Creo que fue lo más parecido a una súplica que nunca me habían dicho.

-Mi señora danos una oportunidad, solo queremos que nos escuche y después tomara su propia decisión. Fuimos unos ingratos al intentar ocultarle la verdad.

Primero observé a Tyler detenidamente y seguidamente a Adam. No pude evitarlo, aquellos rostros tan perfectos fueron mi perdición. Cuando quise negarme a algo no podía hacerlo mientras les miraba a la cara porque sino toda la fuerza de voluntad que iba acumulando me abandonaba por completo.

-Está bien. Tyler, yo no sé nada de ti, quiero escuchar tu historia pues. – Los ojos de Tyler eran tan profundos como los de Adam y parecían también tan honestos pero las apariencias engañan o eso dicen.

-No os voy a contar nada sobre mí, sino sobre vos. – Eso me descoloco. Yo conocía mi vida y no hacía falta que nadie me la narrara. Peor antes de que pudiera protestar Adam se me adelantó mientras la chimenea se encendía con todas las velas de la habitación a su paso, de esa manera me pareció mucho más grande.

Tyler hizo un gesto para indicarme que me sentara en el sillón. Mientras hacía esto él se sentaba en una vieja silla de madera y Adam permaneció de pie. Al poco tiempo, rompí el silencio exigiendo una explicación. Todo a su debido tiempo fue la única respuesta que obtuve. Sentí que la furia crecía dentro de mí ser. Tenía las manos apoyadas en los brazos del sillón y cerré la mano sobre estos con tal fuerza que sentí que la madera cedía a mis dedos y se fueron estrujando los extremos hasta que estalló la madera, fue algo que me asustó y con razón porque a la misma vez todos los espejos de la habitación habían estallado. No pude controlarlo. Era un poder que salía de mí y que no me era posible parar. Intenté tomar aire y tranquilizarme pero no pude, el poder salía de mí sin control.

Sin darme cuenta Tyler me sujetó y en eso momento e fije de que había tenido los ojos cerrados todo el tiempo. Al final conseguí frenar a aquel poder y encerrarlo en mi interior hasta que se volvió a transformar en una parte de mí.

-¿Qué ha sido, eso? – Me costaba hablar y estaba agotada como si hubiera estado corriendo varios kilómetros con mi cuerpo humano en vez de con el inmortal. Noté que me encontraba fatigada y me fijé en el caos que era la habitación y de que yo era la única culpable.

-Solo ha sido una sobrecarga de poder, no tienes que alarmarte.

-¿Poder? ¿Qué poder? – Me encontraba histérica y no dejaba de mirar a mí alrededor dudando de lo que acababa de realizar.

De improviso llegaron imágenes a mi mente. Eran sueños. Eran sueños que yo había tenido un año atrás. Era yo pero en otro lugar y en un tiempo muy distinto, no supe que podían significar. Tyler me explicó que esos sueños eran la justificación de todo lo que él me quería contar. Pero los sueños eran absurdos solo eran eso sueños, sin embargo ambos afirmaban que no debía de ignorarlos. Los recordé uno a uno y seguía siendo la cosa más absurda que me habían dicho jamás, sin tener sentido alguno. No podían haber sido reales, era una locura. Se me escapó una pequeña risita solo de imaginarlo. Observé que a ellos no les había hecho gracia y repentinamente la sonrisa desapareció de mi casa. No y no. No había sucedido y ellos no me harían ver lo contrario.
-Kath. – Me dijo Adam con la misma voz dulce mientras asentía con la cabeza dándome a entender de que si era cierto y no solo eso sino que eran verdad cada y una de las cosas que vi en los sueños. Se me descompuso la cara y sentí como la sangre abandonaba mi rostro dejando mi piel más pálida de lo que ya era.

-Si esto es una broma o algo parecido, no me rio y mucho menos me hace gracia.

-No lo es mi Reina, déjeme que se lo explique y lo entenderá o puede que usted quiera contar lo que vio en sus sueños. - Busque la mirada de Adam esperando una aceptación y en cuanto asintió volví a mirar a Tyler.

-Espero con impaciencia tu relato, cuando gustes puedes empezar. – Dije tomando a Adam de la mano y acomodándolo a mi lado. Tyler se dispuso a comenzar mientras tomaba asiento enfrente de nosotros y se aclaraba la garanta.

4 comentarios:

  1. me encantooooo!!!! espero la siguiente con inpasiencia!! besitos =)

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  2. deberias seguir la istoria

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  3. deberia seguir la historia!!!!!!!!

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  4. Soy estudiante de periodismo en la UVa.
    He puesto en marcha un nuevo blog para un trabajo de clase (http://culturain-dependiente.blogspot.com). Este blog debe, al final del cuatrismetre, estar bien posicionado en Internet. Por ello, te invito a visitarlo y si te gusta... participar en el activamente (perdona que en un principio esté muy rudimentario) Un saludo!

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